
Kaonashi
En ese instante el fin del mundo ocurría. Exaltada y aterrada, sudaba como si hubiese corrido un maratón; el corazón casi me saltaba del pecho. La sangre bullía por mis sienes; el dolor de cabeza era insoportable. Un hilo de saliva huyó de mi boca…
Desperté.
¡No más ansiolíticos! …
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